«Oh Libertad – que no conoce la ley de la pasión, sino la de seguir nuestros más elevados, mejores y más nobles impulsos; que no conoce ningún otro miedo que no sea el de herir ligeramente a un semejante y que no conoce más motivo que el de beneficiar a toda la raza – es uno de los secretos de la vida.  

Deshazte, pues, Oh Peregrino de la Luz, de todas las cadenas del egoísmo que impiden tu huida, porque ahora eres verdaderamente un hijo de la Naturaleza. No reconozcas ninguna atadura más que la del Amor y de tu propio Yo más Elevado y mejor. Entonces y sólo entonces, estarás bajo la guía de los Ángeles y estarás seguro de ganar la confianza de todos los que entren en contacto contigo.  

El que vive y cree exclusivamente en este mundo material y objetivo, no es más que la mitad de un ser humano; es un materialista; sus pequeños mundos están iluminados sólo por la luna, que no es más que un reflejo del verdadero sol; por lo tanto, sólo recibe la luz secundaria a través del mundo exterior. No ha encontrado todavía, ni cree, en un Sol Espiritual. En cambio, por otro lado, quien se deja llevar por las maravillas psicológicas y sólo anhela el lado Espiritual de la vida, igualmente no es más que un ser medio humano y se vuelve rápidamente anormal e insano. Entregarse por completo al magnetismo exclusivo de cualquiera de estos dos aspectos, es violar la ley de la Naturaleza y la Justicia. El crecimiento silencioso y paciente es un crecimiento saludable».  
J.C. Street

Noviembre